Gato naranja sobre un fondo verde

Por Evelyn Taveras

Un gato naranja sobre un fondo verde con flores naranjas me mira; golpea a la distancia de una soledad amarilla. Él siempre ha estado aquí, me cuenta,
mirándome romper cristales y perfumes.

Antes nunca había imaginado que ambos tuviéramos la misma hueca esperanza, las mismas ridículas flores coronando la misma absurda idea de versos que nada queman.   Siete vidas agotadas en un vaso de ron y una canción iluminada.   Me dices que las azoteas y las manos atadas por las calles se abren a mi tristeza lunar.
 Quisiera tanto tomarte de las garras gato naranja, salir a las calles a trepar canciones y flores.   Qué el sábado triste nos regale un encuentro sin que nadie lama las heridas de mis pies, sin que nadie ría de mis ojos isla sumergidos en ausencias.

 Todo empieza y todo acaba, Ismael; ya no me digas noches sin palabras, sin maullidos del aquel que espera quieto de agonías mi espalda girándose hacia una luna muerta. Quédate quieto gato irrompible, dame tus ojos de araña, dime cuánto de mí queda atrapado en tu mirada;
 vamos, que la noche se deshace como el hielo de este ron moribundo.

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