Tentación
Tentación
Sudoroso, asustado y
ansioso tomó una tijera, cortó primero la blusa, después los pantalones. Con
una fuerza descomunal rompió con las manos la ropa interior. No se detuvo en
pequeños detalles, no se percató del perfume caro ni de la lividez del rostro
angelical. Sin pensarlo más, hizo suya la mujer. Maquinó mucho antes, pero
parece que el balance costo-beneficio se había inclinado por lo último. Le
preocupaba su reputación y su prestigio bien ganado, pero se trataba de una
oportunidad única: una joven modelo de fama internacional, ganadora de
importantes certámenes de belleza, con apellido, con fama y realmente hermosa;
era un partido que no se ganaba todos los días.
Se encargó de todo para
quedar sólo. Mostrando una complacencia y un compañerismo presente en él, pero
exagerado esta vez, les dio el resto de la noche libre a sus ayudantes.
Observó el cuerpo
desnudo de la víctima y al ver que Dios había sido generoso con ella, un
golpetazo de adrenalina le inundó el cerebro. A pesar del remordimiento de
conciencia, procedió a ejecutar lo que le dictaba su obstinación. Aunque fue
rápido lo disfrutó. La satisfacción fue desbordante. No obstante gozar al
máximo, lo embargó un terrible sentimiento de culpa. Sintió que se perdía su
ética; su moral moría como los espermas que organizaban en lo profundo de una
vagina fría. No tuvo el suficiente valor para hacer su trabajo, a pesar de su
capacidad y prestigio como profesional del área. Salió de aquel lugar de forma
escurridiza. Fue a dar a un bar. En el momento
en que debería estar inundando a un cadáver de formaldehido, ahogaba su
vergüenza en alcohol.
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