Jueves de Juan Gelabert


Juan Gelabert
Decir jueves es decir mucho. Es, en un primer orden, plantear la idea del cuarto día de la  semana, cuyo nombre proviene del latín “Jovis diez”, o día de Júpiter, el dios latino, el más sabio, el encargado del orden social, el patrón del Estado romano. También podemos pensar en la romántica canción “Jueves”, del grupo de música pop español La Oreja de Van Gogh. En literatura tenemos el libro “El hombre que fue jueves”, de G. K. Chesterton”  del británico Gilbert Keith Chesterton. Si nos vamos a la vida cotidiana, el jueves no goza de una carga connotativa especial. No como los  fatídicos lunes, por ejemplo, o los martes hechiceros. Aunque algunos han intentado relacionarlo con cierto día amoroso, el jueves, por decirlo de algún modo, es un día sano.

El escritor dominicano Juan Gelabert se insertó a este movimiento con la publicación de su poemario “Jueves”. Además de nombrar el libro con este sustantivo, un alto porcentaje de los poemas que leemos en el texto llevan el nombre del día del honorable dios latino. ¿Para qué tiene que estar preparado el lector que decide enfrentarse a la lírica de este libro? Debe disponerse a percibir imágenes desgarradoras, poemas intensos que no se doblegan ante el prurito de la formalidad. Estos poemas arrastran la personalidad de su autor, pues el yo de Gelabert es quien hace que existan de la forma en que lo hacen. Fuera de su estela perderían fuerza y vitalidad. El estilo del autor le da a cada producción, además de la forma, parte de su raíz existencial.

Hay que hablar un poco de los temas. En “Jueves” los elementos de contenido que dan pie a la creación del autor son bastante puntuales. Se organizan las elucubraciones poéticas en torno a ejes conceptuales afines. El sexo, la mujer, el aborto, son parte del entramado de tópicos que aquí se abordan. Ahora bien, es precisamente ese abordaje lo que da a este libro la originalidad  que debe tener toda obra de arte, porque no son los temas en sí los que definen la sustancia del texto. Hablamos al principio de la presencia del yo creador que es el que le da a estos tópicos el matiz final.

Hemos señalado que la presencia lírica es vital para la existencia de este libro. Veamos cómo actúa y se comporta este elemento. ¿Qué ven en el mundo, y cómo lo ven,  los ojos de Juan Gelabert? El cosmos de este poeta es un laboratorio de imágenes, sonidos y comportamientos que no reciben de parte de su creador ninguna cortapisa para su nacimiento. Por eso, los poemas que el lector recibe como resultado pueden conmoverlo, asustarlo o causarle una emoción que sus propias palabras no sean capaces de conceptualizar en el plano formal del discurso.

Ibeth Guzmán

Publicación original del Listín Diario, 05 de noviembre de 2011


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